10.04.2009

Mi cabeza el avispero.

Cuando las palabras revolotean en la cabeza, escribir se vuelve difícil, hasta hablar se vuelve difícil; es que parece como si la cabeza fuera un avispero y de repente alguien encendiera el fuego, y empiezan las avispas a zumbar, a intentar salir para atacar, pero trágicamente mueren calcinadas... Así me siento, con la cabeza incendiada y las pocas palabras que logran salir de ahí mueren en la punta de la lengua, en la punta de los dedos. No se por qué mis sentidos perciben una realidad que se parece más a mis cuentos (a los cuentos viejos de mi única publicacion que lleva el nombre de este blog, de la cual sólo existe una copia, y la conserva, creo, Andrés Duarte); el caso es que mi imaginación crece, y no hay una válvula de escape. Creo que hoy no dormiré, o bueno, si lo haré pero tendré al lado de mi almohada un lápiz y un papel, para la media noche (para mi la media noche es desde que cierro mis ojos hasta las nueve de la mañana, mas o menos), cuando me despierte de esos sueños recurrentes, en los que vivo peleando con mis ideas, obligándolas a confesar, incluso torturándolas y amarrándolas para que salgan de una vez por todas, y no se estanquen hasta pudrirse. Voy a ver si les gano esta noche. Si mañana no hay nada nuevo por aquí, entonces hay dos opciones: La primera, que me ganaron y me torturaron y me amarraron. La segunda, que hice tan bien mi trabajo que salieron todas de golpe, buscaron salida por mi boca, y mori ahogada.

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